En estos díastan… diferentes, convivimos con la nostalgia que nos deja el pasado y la incertidumbre que nos depara el futuro. Esta coyuntura nos presenta un dilema.
Debemos encontrar el equilibrio entre el valor de la salud, de la calidad de vida y el valor de
la economía y de lo que esta última nos reporta a nosotros como individuos y como sociedad.
Qué consideramos más importante en estos momentos?
Sabemos que sin
salud no habrá economía pero sin una economía sólida generadora de riqueza no tendremos salud. Acontece una pregunta que parece imposible de contestar pero que el paso de los días y los efectos del paro de la actividad nos obligará a decidir.
El mundo se transforma de forma continua por sí mismo como siempre lo ha hecho y por la presión que se deriva de nuestra propia y abrumadora acción. Los cambios parecen estar incidiendo en nuestra salud de una forma «revolucionaria», rápida y contundente.
Seguro que nada no volverá a ser igual y sin angustias habrá que preguntarnos, ¿y ahora qué?, ¿qué debemos hacer diferente? ¿O qué nos dejarán hacer distinto? Era normal la forma de vida ¿que teníamos con anterioridad?
Nos damos cuenta de que este ritmo frenético no nos ha llevado a ninguna parte. Hasta ahora el mundo se rige por uno modelo económico economía globalizado que a algunos nos ha llevado a una situación
de dependencia externa de una forma que podríamos calificar de excesiva. Es evidente que muchas de nuestras necesidades básicas están en manos de terceros, terceros que están lejos y que seguramente tienen intereses contrapuestos a los nuestros.
Ahora, frente a uno momento de incertidumbre creciente, es cuando debemos parar y observar nuestro entorno y poner en valor lo que tenemos ya aquellos que tenemos a nuestro lado, aquellos que quizás no habíamos tenido nunca presentes y que durante estas últimas semanas son los que han sido, los que nos han atendido, los que nos han ayudado.
Ahora dentro delposible, es el momento de apostar por una economía de proximidad, para apostar por la reactivación de la pequeña y mediana empresa de forma que con el suyo propioesfuerzo, que también deben hacer, sean motor de país, que sean empresas aneadas, bien gestionadas y con productos y servicios de calidad. No será fácil pero nunca es tarde para rectificar.
Es el momento más que nunca de la colaboración sana, de generar sinergias, lo que tanto se ha hablado durante años pero que ahora hemos visto que no era más que una cuestión estética.
La tecnología nos ha acercado a una nueva forma de vivir, de trabajar, de relacionarnos en general a una velocidad extrema. Por qué el proceso de cambio en el que estamos haga posible consolidar nuestros proyectos no cabe duda de que necesitaremos salud para generar economía. No podemos escoger, las necesitamos a ambas por
que una no puede existir sin la otra.
Tecnologías sí, salud también, pero no podemos renunciar dócilmente al trato personal y humano. Si nos quitan esto, no nos va a quedar nada.
